Redes 5G ¿Transformación digital?
Autor: Raúl Carmona Trujano – subdirector de Administración de Proyectos – PMO
Cada nueva generación de redes se enfrenta a nuevas expectativas, y el despliegue de la 5G no ha sido una excepción. Las nuevas redes de comunicaciones desempeñan un papel importante a la hora de afrontar los retos globales de la digitalización, la robotización y el cambio climático, y permiten desarrollar aplicaciones novedosas para las industrias. Todo esto sin contar con las altas expectativas de los usuarios y de las promesas muchas veces incumplibles de los operadores que las ofrecen.
Hoy en día los despliegues de la red 5G están en pleno apogeo en todo el mundo, con el avance de la tecnología y transformación digital del estándar global para abordar nuevos verticales de mercado como la automoción y el Internet de las cosas industriales (IIoT).
Sin embargo, los despliegues iniciales de la red no han utilizado todas las capacidades actualmente definidas para el 5G, la optimización de las redes y los primeros dispositivos 5G son un proceso en curso. Esto no impide que investigadores y profesionales de la tecnología hayan iniciado debates sobre el futuro, lo que viene más allá del 5G y que conduce a la próxima generación de comunicación inalámbrica, que, según los expertos, podría liberar por fin el potencial casi mágico de Internet. El 6G llevará las capacidades de alto rendimiento del 5G a un nuevo nivel al aprovechar la banda de radiofrecuencia de terahercios.
La 6G es la sucesora de la tecnología celular 5G, estas podrán utilizar frecuencias más altas que las redes 5G y ofrecerán una capacidad sustancialmente mayor y una latencia mucho menor, soportando la comunicación con una latencia de un microsegundo, en términos más simple es 1.000 veces más rápido que el rendimiento de un milisegundo.
Se espera que el mercado de la tecnología 6G facilite y ponga a disposición de todos los usuarios grandes mejoras en la toma de imágenes, la tecnología de presencia y el conocimiento de la ubicación. En combinación con la inteligencia artificial (IA), la infraestructura informática de la 6G determinará de forma autónoma la mejor ubicación para la computación, lo que incluye decisiones sobre el almacenamiento, el procesamiento y el intercambio de datos.
La 6G podría ofrecer una mayor capacidad de detección, facilitando un mayor conocimiento de la situación para que las aplicaciones de realidad aumentada y realidad virtual proporcionen experiencias de usuario potencialmente asombrosas. En el caso de las videoconferencias, se podría tener una sala de conferencias simulada en la que se vieran hologramas de las personas en lugar de una pantalla con sus caras.
Y aunque no se espera que las redes 6G estén operativas hasta al menos 2032, ya se ha empezado a investigar sobre las tecnologías inalámbricas de séptima generación (7G). La tecnología 7G representará un salto cuántico en el ancho de banda para soportar cargas de trabajo ultradensas. Se estima que la 7G tendrá el potencial de permitir una conectividad inalámbrica global continua a través de la integración en redes de satélites para la obtención de imágenes de la Tierra, las telecomunicaciones y la navegación. Las empresas podrían implantar la 7G para automatizar los procesos de fabricación y dar soporte a las aplicaciones que requieran alta disponibilidad, latencia predecible o calidad de servicio garantizada.
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